Hernias de disco – Causas, síntomas y tratamiento


Casi todos han padecido alguna vez en sus vidas un dolor o “tirón” en la espalda, sobretodo en la zona inferior o lumbar. En la mayoría de los casos, esto es producido por un movimiento mal ejecutado o muy brusco, lo que ocasiona un pinzamiento de algún nervio generando dolor por uno o varios días.
 Pero en muchas personas este dolor persiste, y una de las causas más comunes es la hernia de disco.

Aunque esta patología puede producirse a cualquier edad y en cualquier sector de la columna vertebral, en un 90% de los casos se produce en la zona lumbar y es más común en personas de 30 a 55 años.

¿Qué es una hernia de disco?

Para entender correctamente a que llamamos “hernia de disco” debemos reconocer las dos estructuras fundamentales que forman nuestra columna vertebral:
  • Vertebras: Son estructuras óseas pequeñas que poseen un agujero en su centro y se encuentran dispuestas una encima de la otra formando una columna. A través de los “agujeros vertebrales” transcurre la médula espinal y es protegida por el cuerpo rígido de las vértebras. En total son 33, y podemos dividirlas según su ubicación en: cervicales (7), dorsales (12), lumbares (5), sacras (5) y coccígeas (4).
  • Discos intervertebrales: Como su nombre lo indica, son discos elásticos que se encuentran entre cada una de las vértebras, a excepción de las sacras y coccígeas que no los poseen. En su interior se componen de líquido, y por fuera presentan un anillo de tejido fibroso rígido que lo contiene. Su función principal es la de permitir los movimientos flexibles de la columna vertebral y amortiguar las presiones que actúan sobre ella.
Conocidos estos aspectos, definimos una hernia de disco como la ruptura o fisura del anillo fibroso del disco intervertebral, provocando que el líquido del interior escape. Esto puede provocar un cambio en la posición de las vértebras y en ocasiones el disco herniado ejerce presión sobre la médula o los nervios raquídeos.

¿Por qué se producen las hernias de disco?

La ruptura del anillo fibroso de un disco intervertebral puede darse por muchas causas: predisposición genética, trabajos forzados, levantamiento de cargas pesadas combinado con malas posturas, golpes, caídas, etc.

Mecanismo de producción

Los discos intervertebrales, luego de la infancia, absorben los nutrientes y fluidos que necesitan gracias a los movimientos de compresión (cuando hay una fuerza actuando sobre la columna, por ejemplo, la gravedad, al permanecer de pie) y de relajación (al estar sentados o acostados).
Con el paso de los años y el sedentarismo, los discos pierden paulatinamente su elasticidad, y al no recibir la cantidad necesaria de nutrientes, se vuelven más rígidos. De esta manera quedan propensos a sufrir lesiones cuando se aplica mucha presión sobre ellos, y como consecuencia se producirá la hernia del disco.

Factores de riesgo

Existen numerosos factores que contribuyen a la formación de hernias de disco. Entre los más importantes se destacan:
  • Genéticos: Como dijimos en párrafos anteriores, hay muchas personas que tienen una predisposición genética para desarrollar alteraciones en los discos intervertebrales, aunque son la minoría de los casos.
  • Actividad laboral: Todas las labores que consisten en realizar esfuerzos durante varias horas al día, aumentan la posibilidad de sufrir hernias de disco con los años. Actividades como empujar objetos pesados, cargar peso sobre los hombros y cabeza o realizar movimientos bruscos de tronco, son ejemplos de factores riesgosos.
  • Sedentarismo: Permanecer sentado la mayor parte del día contribuye enormemente a padecer alteraciones de la columna vertebral. El hecho de no realizar actividad física, produce un deterioro rápido de los discos intervertebrales.
  • Sobrepeso: Sabemos que la causa de las hernias de disco es la ruptura del anillo fibroso debido a la aplicación de fuerzas excesivas en la columna vertebral. El sobrepeso aporta una presión extra a la columna, facilitando el desarrollo de la enfermedad.

Signos y síntomas de las hernias de disco

Los síntomas que manifestará una persona con hernia de disco pueden ser muchos. Dependerá en gran medida del tamaño de la hernia y la posición en la que se encuentre.
En las más pequeñas, por lo general, el disco no se desplaza y no hay contacto con los nervios raquídeos ni con la médula espinal. Por lo tanto son asintomáticas (no producen síntomas) y se diagnostican por casualidad al realizar exámenes de rutina o por otras causas.
Cuando tienen un tamaño mayor, pueden provocar síntomas leves o muy severos, dependiendo del desplazamiento del disco (o de su contenido) y de la región que comprometen.
Casi la totalidad de las hernias de disco se producen en la columna lumbar y una cantidad muy pequeña son cervicales. Esto se debe a que la presión de las fuerzas es mayor en la zona lumbar, y además es la región con menos movilidad de todo el eje vertebral.
Algunos de los síntomas más frecuentes de acuerdo a la zona afectada son:
  • Hernia cervical: Dolor de cabeza, mareos, náuseas, dolor y alteración de la sensibilidad en hombro, brazos y manos.
  • Hernia lumbar: Dolor punzante en la zona lumbar que puede irradiarse al muslo, pierna y pie. Debilidad muscular, alteración de la sensibilidad en las piernas, y en algunos casos más graves, pérdida de control de esfínteres.

Diagnóstico

Para un diagnóstico certero lo más importante es la visita al médico especialista quién realizará un interrogatorio y examen físico al paciente. En el interrogatorio hay aspectos claves a tener en cuenta como el tipo de dolor, la zona que afecta, los movimientos que se encuentran limitados, etc.
Para confirmar la presencia de una hernia de disco el profesional solicitará una Tomografía computada (TC) o Resonancia magnética (RM). De esta manera pueden descartarse enfermedades que se comporten de manera similar a la hernia de disco.

¿Tienen solución las hernias de disco?

Las hernias discales leves a moderadas se tratan con medicamentos para calmar el dolor y la inflamación de la zona y reposo. Es recomendable volver progresivamente a las actividades que requieran gran cantidad de movimientos y realizar un plan kinesiológico para estabilizar y fortalecer la columna vertebral.
Aproximadamente entre el 5 % y el 10% de los casos requieren cirugía, y son aquellas hernias que presentan gran desplazamiento y compromiso nervioso. Se realiza una incisión mediante la cual se extrae parte del disco herniado para liberar la zona afectada. El dolor desaparece casi en todos los casos, aunque puede regresar luego de la cicatrización del disco intervertebral.

Las dos claves para prevenir una hernia de disco

Al hablar de patologías musculo-esqueléticas lo más importante es la prevención, por lo que a continuación encontramos algunas maneras de prevenir el deterioro de los cartílagos intervertebrales:
  • Ejercicio físico: Las actividades recomendadas son caminatas y natación. Al fortalecer los músculos del tronco, tanto los de la espalda como los abdominales, la columna vertebral permanece más estable. Además, cualquier actividad física sin impacto (trote, carrera, fútbol, etc) mantendrá correctamente nutridos los discos intervertebrales.
  • Actividades de la vida diaria: Debemos evitar los trabajos en donde se realicen cargas excesivas de peso. Siempre debemos optar por sillas ergonómicas en los trabajos de oficina o en aquellos que requieren permanecer mucho tiempo sentados.

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